Los mandamientos del abogado de Eduardo J. Couture (1949).
Origen y finalidad.
Eduardo Juan Couture Etcheverry fue un reconocido jurista y docente uruguayo. Dirigió la "Revista de Derecho, Jurisprudencia y Administración" y fue Decano de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales también presidente del Colegio de Abogados. El Decálogo del abogado fue reconocido internacionalmente. Este tiene como origen un bosquejo publicado en la Revista de Derecho Procesal de 1948, de donde nace una corta obra jurídica de enorme contenido ético, Los mandamientos del abogado, conocido como: "El decálogo del abogado".
La obra de Couture logró un gran reconocimiento entre las principales figuras del mundo jurídico, es lo que todo abogado debe tener presente a lo largo de su vida profesional.
Los mandamientos del abogado nos ayudan a entender sobre la vida práctica que un abogado debe efectuar en su trabajo, buscan proteger y asegurar la moral y el buen estado físico de un abogado, implementando con ello valores que consagran la ética profesional de la persona. Alcanzando que la aplicación de los derechos humanos sobrepasen la consistencia de las leyes en la actualidad, ya que todo derecho es una ley, pero no toda la ley consagra un derecho. El abogado se ve en el texto un poco como lo muestra la vida y otro poco como lo representa la ilusión.
Cada uno de los diez mandamientos aparecen, dentro de las breves páginas de la obra profundamente desarrollados y puntualizados, todos son de diaria aplicación y de permanente vigencia durante la vida del abogado que ame, según el último de dichas disposiciones, a su profesión y que la considere de tal manera que el día en que tu hijo te pida consejo sobre su destino, consideres un honor para ti proponerle que sea abogado.
La prestigiosa obra del jurista uruguayo no es únicamente válida para abogados, sino para el ejercicio de cualquier profesión o, incluso, para la vida misma. Couture falleció en 1956 pero su pensamiento continúa vigente.
Eduardo Juan Couture Etcheverry fue un reconocido jurista y docente uruguayo. Dirigió la "Revista de Derecho, Jurisprudencia y Administración" y fue Decano de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales también presidente del Colegio de Abogados. El Decálogo del abogado fue reconocido internacionalmente. Este tiene como origen un bosquejo publicado en la Revista de Derecho Procesal de 1948, de donde nace una corta obra jurídica de enorme contenido ético, Los mandamientos del abogado, conocido como: "El decálogo del abogado".
La obra de Couture logró un gran reconocimiento entre las principales figuras del mundo jurídico, es lo que todo abogado debe tener presente a lo largo de su vida profesional.
Los mandamientos del abogado nos ayudan a entender sobre la vida práctica que un abogado debe efectuar en su trabajo, buscan proteger y asegurar la moral y el buen estado físico de un abogado, implementando con ello valores que consagran la ética profesional de la persona. Alcanzando que la aplicación de los derechos humanos sobrepasen la consistencia de las leyes en la actualidad, ya que todo derecho es una ley, pero no toda la ley consagra un derecho. El abogado se ve en el texto un poco como lo muestra la vida y otro poco como lo representa la ilusión.
Cada uno de los diez mandamientos aparecen, dentro de las breves páginas de la obra profundamente desarrollados y puntualizados, todos son de diaria aplicación y de permanente vigencia durante la vida del abogado que ame, según el último de dichas disposiciones, a su profesión y que la considere de tal manera que el día en que tu hijo te pida consejo sobre su destino, consideres un honor para ti proponerle que sea abogado.
La prestigiosa obra del jurista uruguayo no es únicamente válida para abogados, sino para el ejercicio de cualquier profesión o, incluso, para la vida misma. Couture falleció en 1956 pero su pensamiento continúa vigente.
Voy a relacionar por lo menos 5 mandamientos con el ejercicio de la profesión de abogado en nuestro país.
Teniendo presente los 10 mandamientos del abogado de Couture, analizare algunos de ellos relacionándolos con el ejercicio de la profesión en la actualidad.
Comencemos por el primero: cada día un poco menos abogado.
Teniendo presente los 10 mandamientos del abogado de Couture, analizare algunos de ellos relacionándolos con el ejercicio de la profesión en la actualidad.
Comencemos por el primero: cada día un poco menos abogado.
"Estudia. El derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus pasos, serás cada día un poco menos abogado".
La sociedad evoluciona de manera rápida y las necesidades de esa sociedad también, por eso es necesario que el derecho y los profesionales que se dedica a él sean capaces de cubrir esas necesidades. Al ritmo que son requeridas por ello es necesario estar continuamente estudiado. Nuestro país es pequeño, pese a ello, desde el punto de vista jurídico es un país con muchos códigos, muchas leyes, muchos decretos, resoluciones, ordenanzas, etc., es decir, un país dotado de muchas disposiciones normativas. Hay que tener presente que todo ese derecho legislado no conforma todo el Derecho. Además, el Derecho muere, nace, se modifica, constantemente, es parte de su ciclo. Es por ello, que es imposible que un abogado pueda conocer acerca de todas las disposiciones que rigen en nuestro país. No existe un abogado con plena convicción y conocimiento acerca de toda la normativa, doctrina y jurisprudencia vigente. La abogacía es una profesión en donde se requiere de un enorme sacrificio que va de la mano de un perpetuo aprendizaje, es por eso que el abogado nunca debe dejar de estudiar, de perfeccionarse en su profesión.
La sociedad evoluciona de manera rápida y las necesidades de esa sociedad también, por eso es necesario que el derecho y los profesionales que se dedica a él sean capaces de cubrir esas necesidades. Al ritmo que son requeridas por ello es necesario estar continuamente estudiado. Nuestro país es pequeño, pese a ello, desde el punto de vista jurídico es un país con muchos códigos, muchas leyes, muchos decretos, resoluciones, ordenanzas, etc., es decir, un país dotado de muchas disposiciones normativas. Hay que tener presente que todo ese derecho legislado no conforma todo el Derecho. Además, el Derecho muere, nace, se modifica, constantemente, es parte de su ciclo. Es por ello, que es imposible que un abogado pueda conocer acerca de todas las disposiciones que rigen en nuestro país. No existe un abogado con plena convicción y conocimiento acerca de toda la normativa, doctrina y jurisprudencia vigente. La abogacía es una profesión en donde se requiere de un enorme sacrificio que va de la mano de un perpetuo aprendizaje, es por eso que el abogado nunca debe dejar de estudiar, de perfeccionarse en su profesión.
Otro mandamiento relevante es el tres: "Trabaja. La abogacía es una ardua fatiga puesta al servicio de la justicia."
Por el consultorio de un abogado pasan muchos asuntos, de los cuales quizás la mitad no refieren a temas judiciales. En ellos desempeña un rol más de psicólogo que de abogado, es decir, escucha, aconseja, orienta, etc., sobre determinadas cuestiones. De la otra mitad que nos queda, la mayoría, quizás unos treinta refieran a temas de rutina, es decir, obtenciones de documentación, asuntos de jurisdicción, tramites, etc. De los veinte asuntos que restan, quizás quince conlleven una mayor dificultad y un arduo trabajo, pero que el abogado puede sobrepasar con inteligencia y astucia ya que se tratan de cuestiones referidas a la vida profesional. Y esos últimos cinco casos que nos quedan, son la esencia propia de la abogacía, son esos grandes casos que te hacen amar la profesión. Por ejemplo esos casos que te llegan donde parece estar prácticamente todo perdido, cuando hay un 10% de probabilidades de obtener un resultado favorable, y uno agarra ese caso como parte de un desafío, y rompe contra todos los pronósticos posibles, dando vuelta un caso prácticamente perdido, viendo la luz al final de ese túnel oscuro. Esas son las cosas que te hacen amar la carrera, pero todo ello se sustenta de un arduo trabajo.
Por el consultorio de un abogado pasan muchos asuntos, de los cuales quizás la mitad no refieren a temas judiciales. En ellos desempeña un rol más de psicólogo que de abogado, es decir, escucha, aconseja, orienta, etc., sobre determinadas cuestiones. De la otra mitad que nos queda, la mayoría, quizás unos treinta refieran a temas de rutina, es decir, obtenciones de documentación, asuntos de jurisdicción, tramites, etc. De los veinte asuntos que restan, quizás quince conlleven una mayor dificultad y un arduo trabajo, pero que el abogado puede sobrepasar con inteligencia y astucia ya que se tratan de cuestiones referidas a la vida profesional. Y esos últimos cinco casos que nos quedan, son la esencia propia de la abogacía, son esos grandes casos que te hacen amar la profesión. Por ejemplo esos casos que te llegan donde parece estar prácticamente todo perdido, cuando hay un 10% de probabilidades de obtener un resultado favorable, y uno agarra ese caso como parte de un desafío, y rompe contra todos los pronósticos posibles, dando vuelta un caso prácticamente perdido, viendo la luz al final de ese túnel oscuro. Esas son las cosas que te hacen amar la carrera, pero todo ello se sustenta de un arduo trabajo.
El mandamiento 6 : "Tolera. Tolerar la verdad ajena en la misma medida en que quieres que sea tolerada la tuya."
La abogacía es una carrera muy demandante, hay que ser enérgico, cortes, sutil, practico, eficaz, respetuoso, combativo y digno. Ser un abogado con todas esas características parece una tarea un tanto compleja, ya que en determinadas situaciones uno puede "descarrilarse" como se dice vulgarmente, es por eso que el abogado debe ser tolerante, debe saber tolerar. La tolerancia es un arma de lucha, es educación y es inteligencia. Lo cierto es que en un proceso nadie va a tener razón hasta la cosa juzgada, nadie gana un proceso de antemano. Un litigio se constituye de verdades contingentes y no absolutas, puede darse que aquellos hechos que a simple vista parecen ciertos, no lo sean así si no se logra constituir una prueba eficaz al respecto. Es por que la mejor regla profesional no es aquella que anticipa la victoria a nuestro cliente, sino la que la anuncia a nuestro cliente que probablemente podrá gozar de ella. La tolerancia nos lleva a proceder en el ejercicio de nuestra profesión con fe en la victoria, pero sin caer en una actitud arrogante u soberbia.
La abogacía es una carrera muy demandante, hay que ser enérgico, cortes, sutil, practico, eficaz, respetuoso, combativo y digno. Ser un abogado con todas esas características parece una tarea un tanto compleja, ya que en determinadas situaciones uno puede "descarrilarse" como se dice vulgarmente, es por eso que el abogado debe ser tolerante, debe saber tolerar. La tolerancia es un arma de lucha, es educación y es inteligencia. Lo cierto es que en un proceso nadie va a tener razón hasta la cosa juzgada, nadie gana un proceso de antemano. Un litigio se constituye de verdades contingentes y no absolutas, puede darse que aquellos hechos que a simple vista parecen ciertos, no lo sean así si no se logra constituir una prueba eficaz al respecto. Es por que la mejor regla profesional no es aquella que anticipa la victoria a nuestro cliente, sino la que la anuncia a nuestro cliente que probablemente podrá gozar de ella. La tolerancia nos lleva a proceder en el ejercicio de nuestra profesión con fe en la victoria, pero sin caer en una actitud arrogante u soberbia.
Otro mandamiento que me resulta interesante de destacar es el 7: "Ten paciencia. El tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su colaboración."
En el ejercicio profesional de un abogado existe un pequeño inconveniente que si uno no lo sabe controlar puede poner en riesgo su misión, que es el de la impaciencia. El abogado nunca debe impacientarse, debe tener paciencia para absolutamente todo lo relacionado a su profesión. Debe tener paciencia para escuchar a su cliente, cada uno de estos, cree que su problema es el más importante del mundo. Hay que tener paciencia para encontrar la solución a determinado problema, esta tarea, puede ser que no se presente tan visible a simple vista, pero es parte de la labor del abogado (aunque le lleve mucho tiempo) procurar encontrar el camino que lleve a esa solución. Hay que tener paciencia para soportar al abogado de la contraparte, aun en aquellos casos donde no tiene lógica lo que aquel está manifestando. Paciencia para soportar por todos los plazos que deben pasar en un proceso, hay plazos para la mayoría de las etapas del proceso. Hay que ser paciente también para esperar la sentencia, esta demora, y el cliente que es un desconocedor del tema, se desalienta, porque ve que se le va oscureciendo el camino, y es ahí en donde el abogado debe auxiliarlo, debe contenerlo. Convoco una metáfora que me parece pertinente para el caso, y es que el proceso es como la guerra, lo gana en ciertos casos aquel que se mantiene en pie un minuto más que su adversario. Y sobre todo hay que tener paciencia para soportar aquella sentencia que sea desfavorable, contraria a nuestra propia causa.
En el ejercicio profesional de un abogado existe un pequeño inconveniente que si uno no lo sabe controlar puede poner en riesgo su misión, que es el de la impaciencia. El abogado nunca debe impacientarse, debe tener paciencia para absolutamente todo lo relacionado a su profesión. Debe tener paciencia para escuchar a su cliente, cada uno de estos, cree que su problema es el más importante del mundo. Hay que tener paciencia para encontrar la solución a determinado problema, esta tarea, puede ser que no se presente tan visible a simple vista, pero es parte de la labor del abogado (aunque le lleve mucho tiempo) procurar encontrar el camino que lleve a esa solución. Hay que tener paciencia para soportar al abogado de la contraparte, aun en aquellos casos donde no tiene lógica lo que aquel está manifestando. Paciencia para soportar por todos los plazos que deben pasar en un proceso, hay plazos para la mayoría de las etapas del proceso. Hay que ser paciente también para esperar la sentencia, esta demora, y el cliente que es un desconocedor del tema, se desalienta, porque ve que se le va oscureciendo el camino, y es ahí en donde el abogado debe auxiliarlo, debe contenerlo. Convoco una metáfora que me parece pertinente para el caso, y es que el proceso es como la guerra, lo gana en ciertos casos aquel que se mantiene en pie un minuto más que su adversario. Y sobre todo hay que tener paciencia para soportar aquella sentencia que sea desfavorable, contraria a nuestra propia causa.
El mandamiento más importante para mí, y sin desmerecer a los otros es el 10°: "Ama a tu profesión. Trata de considerar la abogacía de tal manera que el día en que tu hijo te pida consejo sobre su destino, consideres un honor para ti proponerle que se haga abogado."
La abogacía no es una camino lleno de logros, está hecho como la mayoría de las cosas, de penas, de amarguras, de esperanzas, de ilusiones, de alegrías, etc., no existe un camino repleto de rosas, lo más probable es que te pinches con alguna espina. Pese a ello, cada abogado y abogada ejerce su profesión con todo el amor y el profesionalismo del mundo hacia lo que hace. Cuando se llega a ese momento tan importante en la vida de uno de aconsejarle a un hijo que siga la carrera que uno tanto ama, es porque en ella ha encontrado algo más que una simple carrera. Quizás uno como abogado se conforma con ciertas cosas, pero uno como padre o madre se conforma con ver a nuestros hijos alcanzar la gloria, la felicidad de nuestros hijos es la felicidad de cualquier padre.
La abogacía no es una camino lleno de logros, está hecho como la mayoría de las cosas, de penas, de amarguras, de esperanzas, de ilusiones, de alegrías, etc., no existe un camino repleto de rosas, lo más probable es que te pinches con alguna espina. Pese a ello, cada abogado y abogada ejerce su profesión con todo el amor y el profesionalismo del mundo hacia lo que hace. Cuando se llega a ese momento tan importante en la vida de uno de aconsejarle a un hijo que siga la carrera que uno tanto ama, es porque en ella ha encontrado algo más que una simple carrera. Quizás uno como abogado se conforma con ciertas cosas, pero uno como padre o madre se conforma con ver a nuestros hijos alcanzar la gloria, la felicidad de nuestros hijos es la felicidad de cualquier padre.
Trabajo realizado por Victoria. A para la Facultad de Derecho, UDELAR.